Robinhood enfrenta resistencia por la emisión del "Token OpenAI". ¿Dónde están los límites legales de la propiedad sintética?

Escrito por: Oliver, Mars Finance

A principios de verano en Cannes, Francia, un lugar que es un templo del cine y el arte, se llevó a cabo inesperadamente un alto riesgo en el campo de la tecnología financiera. El CEO de Robinhood, Vlad Tenev, bajo los focos, mostró con entusiasmo un "token de acciones" que representa una posición de OpenAI, intentando describirlo como otro hito en la revolución de la democratización financiera. Sin embargo, esta actuación cuidadosamente planificada fue prácticamente atacada en el acto desde el otro lado del océano. El gigante de la inteligencia artificial OpenAI emitió una breve pero contundente declaración, en la que se revelaba una postura innegociable: "No hemos colaborado con Robinhood, no hemos participado y no apoyamos este comportamiento."

Esto no es una simple guerra de palabras de relaciones públicas, sino un conflicto profundo que se refiere a la lógica subyacente del mundo financiero. Marca una colisión frontal entre el espíritu de los disruptores de Silicon Valley de "actuar rápido y romper las reglas" y las barreras conservadoras del mercado de capital privado de "permisos en múltiples niveles". Este evento es como una sonda, que se adentra en la zona gris de la innovación financiera; su núcleo no es la tecnología en sí, sino un experimento cuidadosamente diseñado que camina al borde de la legalidad.

Desnudando la "criptomoneda": el núcleo de los derivados sintéticos

Para comprender el núcleo de esta controversia, debemos penetrar en el brillante concepto técnico de "token" y examinar su verdadera construcción financiera. El "token OpenAI" ofrecido por Robinhood no es realmente una acción. Como OpenAI señaló con precisión en su declaración, "cualquier transferencia de acciones de OpenAI requiere nuestra aprobación". Esta frase aparentemente simple en realidad señala las reglas fundamentales del mercado privado. A diferencia de la posibilidad de que cualquiera compre y venda acciones de Apple o Tesla en el mercado público, la transferencia de acciones de empresas no cotizadas está sujeta a estrictos acuerdos de accionistas, y cualquier transacción debe ser aprobada por la junta directiva de la empresa. Este es un mundo cerrado y altamente regulado de "licencias", diseñado para proteger a la empresa de interferencias innecesarias y garantizar la estabilidad y control de la estructura accionarial.

Entonces, ¿cómo logró Robinhood eludir esta barrera? Utilizaron una herramienta clásica de ingeniería financiera: entidades de propósito especial (SPV). Su modo de operación es: un SPV posee legalmente acciones reales de OpenAI o sus derivados, y luego Robinhood emite tokens que representan un derecho de deuda sobre los activos de ese SPV. Por lo tanto, cuando un usuario europeo compra este token, no obtiene la condición de accionista de OpenAI, sino un derecho de deuda sobre el SPV controlado por Robinhood. Es un derivado sintético que, en esencia, rastrea los cambios en la valoración de OpenAI, proporcionando a los inversores "exposición económica", en lugar de una verdadera propiedad.

Desafiando el foso del capital privado

Esta estructura es sorprendentemente similar a los contratos por diferencia (CFD) que son muy populares en Europa. Como dijo Anton Golub, director comercial de Freedx, una bolsa de criptomonedas en Dubái: “Esto es solo un empaque... no es realmente una acción”. Lo que los inversores compran es, de hecho, un contrato de derivados que rastrea el precio de un activo real. Este es el primer punto clave del riesgo legal en este evento: Robinhood está realizando una apuesta, apostando a que legalmente, “ofrecer exposición económica” no equivale a “transferir acciones”. Si esta lógica se sostiene, entonces cualquier empresa privada popular, desde SpaceX hasta Stripe, podría tener pasivamente una “acción sintética” que se negocia a nivel mundial sin su permiso. Sin duda, esta es la situación que menos quieren ver los fundadores e inversores de todas las empresas privadas, ya que desafía fundamentalmente su control sobre la propiedad de su empresa y el registro de accionistas.

La intensa reacción de OpenAI proviene de la alerta ante este potencial descontrol. Y cuando este tumulto empezó a tomar fuerza en las redes sociales, la aparición de una figura prominente hizo que la trama se volviera aún más interesante. Elon Musk, este señor de la tecnología que nunca falta a ninguna noticia candente, dejó un comentario muy característico de su estilo personal bajo la declaración de OpenAI: “Your ‘equity’ is fake”.

A primera vista, esto parece ser solo una burla a Robinhood, alineándose con lo que dice OpenAI. Pero la verdadera astucia de Musk radica en que puso entre comillas la palabra “equity” (capital). Esto convierte un simple comentario en una guerra de opinión de "matar dos pájaros de un tiro". Teniendo en cuenta su compleja historia con OpenAI —como uno de los cofundadores, ahora está demandando a OpenAI por desviarse de su misión original sin fines de lucro— el ataque de Musk está claramente dirigido a OpenAI misma. Él parece estar gritando desde lejos: "¿Qué derecho tienen ustedes, OpenAI, para hablar de verdadera equidad? ¿No es su estructura de lucro actual, en comparación con el propósito original al momento de su fundación, también una forma de 'falsa' equidad?" Esta jugada no solo socava la legitimidad del producto de Robinhood, sino que también ataca astutamente la base moral de su enemigo OpenAI, convirtiéndose en un caso clásico en la guerra de relaciones públicas empresarial.

Regulación de MiCA y MiFID II

Robinhood eligió lanzar sus productos en la UE, lo que eleva la complejidad de esta batalla legal a una nueva dimensión. Se trata de un arbitraje de jurisdicción cuidadosamente considerado. En comparación con el estricto sistema de "inversores acreditados" de EE. UU. (es decir, solo las personas de alto patrimonio neto o altos ingresos pueden invertir en acciones de empresas no cotizadas), la UE tiene umbrales relativamente más bajos para que los inversores minoristas participen en el comercio de productos financieros complejos, lo que les proporciona un entorno de prueba más flexible.

Sin embargo, la flexibilización no significa que no haya reglas. Con esta acción, Robinhood se coloca en la intersección de dos regulaciones financieras centrales de la UE: el Reglamento de mercados de criptoactivos (MiCA) y la Directiva sobre mercados de instrumentos financieros II (MiFID II), lo que ha generado un desafío cualitativo clave. MiCA es un nuevo marco diseñado específicamente para criptoactivos en la UE, mientras que MiFID II es una regulación establecida para los instrumentos financieros tradicionales (incluyendo valores y derivados). La clave del asunto es que MiCA establece claramente que no se aplica a los activos ya cubiertos por regulaciones financieras existentes como MiFID II.

Por lo tanto, los reguladores europeos se enfrentan a una elección espinosa: ¿es el "token de OpenAI" de Robinhood un nuevo "activo criptográfico" que debería estar bajo la jurisdicción de MiCA, o es un "instrumento financiero" tradicional envuelto en nueva tecnología que debería seguir MiFID II? Si se clasifica como un activo criptográfico bajo MiCA, Robinhood podría operar en un marco relativamente nuevo y más amigable con las criptomonedas. Pero si se determina que su propiedad de derivados es dominante, y se clasifica como un instrumento financiero bajo MiFID II, entonces enfrentará un conjunto completamente diferente y generalmente más estricto de requisitos regulatorios. Esta calificación de un solo producto tendrá un profundo impacto en el futuro de toda la industria, estableciendo límites legales claros para innumerables proyectos que intentan tokenizar activos tradicionales.

Resumen

En resumen, la controversia entre OpenAI y Robinhood, más que una innovación tecnológica, se puede considerar una práctica avanzada de ingeniería legal y financiera. Expone los conflictos legales y culturales que inevitablemente surgen cuando tecnologías disruptivas intentan infiltrarse en campos tradicionales con barreras estrictas. Robinhood camina sobre un hilo legal tenso, con un lado representando la inquebrantable ética del capital privado y el otro lado en una zona difusa que aún está evolucionando dentro del sistema regulatorio europeo.

Independientemente de hacia dónde lleve este experimento al final, plantea una pregunta ineludible: en una era de globalización y tecnología, ¿cuánto tiempo más podrán mantenerse las barreras de acceso tradicionales, basadas en la región y la identidad, cuando la demanda de inversión en activos de calidad es tan fuerte en el mercado? Este evento indica que, si las rutas de cumplimiento tradicionales siguen cerradas para los inversores comunes, el mercado inevitablemente buscará su propio camino, ya sea a través de innovaciones elegantes o choques radicales, para sortear los obstáculos. Y la ley y la regulación, eventualmente, se verán forzadas a evolucionar rápidamente a través de repetidos choques como este, para adaptarse a un futuro cada vez más tokenizado.

Ver originales
This page may contain third-party content, which is provided for information purposes only (not representations/warranties) and should not be considered as an endorsement of its views by Gate, nor as financial or professional advice. See Disclaimer for details.
  • Recompensa
  • Comentar
  • Compartir
Comentar
0/400
Sin comentarios
Opere con criptomonedas en cualquier momento y lugar
qrCode
Escanee para descargar la aplicación Gate
Comunidad
Español
  • 简体中文
  • English
  • Tiếng Việt
  • 繁體中文
  • Español
  • Русский
  • Français (Afrique)
  • Português (Portugal)
  • Bahasa Indonesia
  • 日本語
  • بالعربية
  • Українська
  • Português (Brasil)